El edificio de viviendas del Marqués de Amurrio, construido entre 1925 y 1927, es un tesoro arquitectónico en Madrid. Diseñado por el renombrado arquitecto Gustavo Fernández Balbuena, este edificio forma parte del patrimonio de la ciudad debido a su calidad arquitectónica y la importancia de su autor. Ubicado en el barrio de Chamberí, el conjunto arquitectónico estaba diseñado con un patio abierto al exterior, siguiendo las estrategias de higienización de la época. Sin embargo, esto resultó en patios interiores oscuros y mal ventilados, así como en plantas de viviendas largas con núcleos húmedos cerca de la entrada secundaria.
La nueva propiedad ha requerido una revisión tipológica para darle una nueva vida a esta vivienda centenaria. Con la intención de maximizar el disfrute de los espacios y adaptarse a las necesidades actuales, como el teletrabajo, se propone una renovación que introduce cuatro escenarios distintos separados por pequeñas y breves piezas espaciales que actúan como preludios. Estas piezas introducen a los espacios principales de la vivienda, como las habitaciones, el salón, la cocina y la zona de trabajo.
Cada una de estas piezas tiene una forma propia que se adapta a las necesidades de circulación y programa de la vivienda. Dos portadas con geometría abocinada permiten el paso y enmarcan los eventos del salón y la cocina, mientras que un pequeño deambulatorio optimiza las circulaciones para obtener dos habitaciones de igual superficie y ganar almacenaje. Además, una gran mesa ha sido colocada en el hall de entrada, transformándolo en un gabinete o studiolo para adaptarse a las necesidades de teletrabajo.
En cuanto a los acabados, se ha propuesto desmontar el estado anterior de la vivienda para restaurarla manteniendo su identidad y calidad. Elementos arquitectónicos próximos a la ebanistería, como el artesonado de escayola y el despiece de espiga en el suelo, han sido alterados y distorsionados en sus geometrías y tamaños. Estas operaciones dan forma a los preludios que separan las diferentes escenas domésticas, tanto las productivas como las más hedonistas.
Esta renovación del Cuarto Bocel no solo respeta la historia y la identidad de la vivienda centenaria, sino que también la adapta a las necesidades y deseos actuales, creando espacios funcionales y estéticamente atractivos.
Fuentes:
– José Hevia
– Estudio Gonzalo del Val + Toni Gelabert Arquitectes