En los primeros años de la dictadura chilena, los detenidos desaparecidos eran considerados como enemigos y el régimen se encargaba de destruir cualquier registro documental relacionado con ellos. En 1978, se llevó a cabo la Operación Retiro de Televisores, un plan macabro que consistía en desenterrar los cuerpos de las víctimas y arrojarlos al mar desde aviones o quemarlos en hornos. Este plan condenó a los familiares de las víctimas a una búsqueda interminable y dolorosa que se ha prolongado por casi medio siglo.
En agosto de 2005, el suboficial mayor retirado de la Fuerza Aérea, Sergio Orlando López Maldonado, rompió el silencio y confesó su participación en estos crímenes. Reconoció que fue el encargado de arrojar cuerpos al mar desde un avión en 1973. Estos cuerpos eran los restos de personas ejecutadas por la Caravana de la Muerte y debían desaparecer para siempre.
En Calama, en 1976, miembros del Ejército cargaron los cuerpos en el avión que López Maldonado tripulaba. El suboficial afirmó que no recordaba la cantidad exacta de cuerpos, pero eran al menos diez.
Después de lo ocurrido en Calama, la dictadura llevó a cabo la Operación Retiro de Televisores para deshacerse definitivamente de los cuerpos de los desaparecidos. Esta operación consistía en sacar los cuerpos de las fosas clandestinas y hacer que desaparecieran para siempre.
Los documentos judiciales que demuestran cómo se ejecutó esta operación están disponibles en el buscador online “Papeles de la Dictadura”, una iniciativa desarrollada por CIPER y el Centro de Investigaciones y Proyectos Periodísticos de la Universidad Diego Portales.
En resumen, durante la dictadura en Chile se llevó a cabo la Operación Retiro de Televisores, un plan cruel que consistía en desenterrar y arrojar al mar los cuerpos de los desaparecidos. Los testimonios de militares han revelado detalles de esta operación, que condenó a los familiares de las víctimas a una búsqueda dolorosa y prolongada.
Fuente: CIPER Chile