En un triste aniversario, la ciudad de Jersón en Ucrania aún lucha por encontrar la paz tras un año de contraofensiva contra Rusia. A pesar de la efímera alegría que se vivió cuando la bandera nacional fue izada en las plazas de la ciudad, la felicidad se ha desvanecido para los habitantes sitiados en el sur de Ucrania. Con calles vacías y constantes bombardeos, la vida en Jersón está lejos de ser normal.
La situación desesperada en la ciudad se ve agravada por la falta de servicios básicos. Muchos edificios han sido destruidos, dejando a los habitantes sin refugio ni suministro de energía eléctrica. La incertidumbre y el miedo se han adueñado de la población, que teme por sus vidas y no sabe qué les deparará el mañana.
A pesar de las dificultades, algunas personas encuentran un poco de consuelo en los esfuerzos del gobierno por proveer refugios subterráneos y suministros básicos. Sin embargo, las protestas también se hacen sentir, ya que consideran que invertir en reparar infraestructuras es inútil, dado que serán nuevamente atacadas.
El éxodo de los habitantes de Jersón hacia otras ciudades ha dejado a la ciudad prácticamente desierta. Aquellos que aún permanecen en la ciudad son principalmente ancianos, enfermos y personas sin hogar ni familia fuera del municipio. La vida en Jersón se ha convertido en una lucha constante por la supervivencia.
La desesperación es palpable en los centros médicos, donde la falta de recursos y suministros obliga a evacuar a los heridos hacia localidades cercanas en viajes peligrosos. En medio de todo esto, Jersón sufre en silencio, olvidada por los medios de comunicación que una vez estuvieron centrados en ella.
A un año del inicio de la contraofensiva ucraniana, Jersón continúa siendo un ejemplo desgarrador de los estragos de la guerra. Mientras el mundo mira hacia otro lado, los habitantes de esta ciudad olvidada luchan por sobrevivir en medio de la destrucción y el miedo constante.