Chas Gerretsen, un fotógrafo neerlandés de 80 años, se encontraba en el último rincón de Sudamérica después de cubrir los conflictos en Indochina en los años 60. Fue testigo directo del derrocamiento del presidente Salvador Allende y la instauración de la dictadura de Augusto Pinochet en Chile en 1973. Gerretsen capturó imágenes impactantes del bombardeo al palacio presidencial de La Moneda, así como de los momentos previos a la tragedia en Chile.
El fotógrafo llegó a Chile sin saber nada de política, simplemente buscando aventuras y oportunidades para fotografiar. A pesar de ser identificado erróneamente como derechista debido a su apariencia, Gerretsen simpatizaba más con la izquierda. Presenció la huelga de los mineros de El Teniente en abril de 1973, el conflicto laboral más grande que enfrentó la Unidad Popular, lo cual llevó a un aumento de la violencia en las calles.
Después de capturar imágenes de la evacuación del palacio presidencial en llamas y la posterior ejecución de sus asesores, Gerretsen comenzó a ser solicitado por los chilenos que querían ver más fotografías de su país. Fue la primera vez que sintió que su trabajo tenía un significado y que había capturado algo importante en su vida.
Una de las fotografías más icónicas de Gerretsen muestra al dictador Augusto Pinochet mirando desafiante hacia la cámara durante una misa de Fiestas Patrias. Esta imagen se convirtió en la representación visual del régimen de Pinochet, que dejó más de 40.000 víctimas, incluyendo a más de 3200 ejecutados y 1159 desaparecidos.
Chas Gerretsen logró documentar uno de los capítulos más oscuros de la historia de Chile, dejando un legado de imágenes que cuentan la historia de la dictadura de Pinochet y mantienen viva la memoria de las víctimas de aquel tiempo.
Fuentes: EFE